Según Gálatas 5:22-23, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo. Estos son los resultados de una vida guiada por el Espíritu Santo.

Cuando uno acepta a Jesús como su salvador, el Espíritu Santo habita en él. Esto transforma su vida. El fruto del Espíritu es el resultado de la acción del Espíritu Santo en la vida del creyente.
Amor
Dios es amor y el que está con Dios tiene amor (1 Juan 4:16); este amor es el fruto del amor de Dios y se expresa en la forma en que tratamos a otras personas.
Gozo
En Jesús tenemos verdadera alegría porque tenemos esperanza y sabemos que estamos salvados; con Dios la tristeza es sólo una fase, la alegría siempre vuelve (Salmos 30:5)
Paz
El amor de Dios acaba con el miedo y la ansiedad; la paz de Dios no depende de las circunstancias
Paciencia
Sabemos que Dios tiene un buen plan para nosotros en todo (Romanos 8:28); podemos esperar pacientemente, confiando en que Él actuará.
Benignidad
La forma en que tratamos a la gente cambia, porque vemos el valor que tienen para Dios.
Bondad
Así como Dios es amable con nosotros, podemos ser amables con otras personas mostrando gracia.
Fe
El creyente mantiene su palabra y se esfuerza por ser una persona de confianza.
Mansedumbre
Con la ayuda de Dios, podemos evitar el odio y la violencia.
Templanza
Dios nos ayuda a tener control sobre nuestras vidas y lo que hacemos; ya no somos esclavos del pecado (Romanos 12:2).
Frutos de la carne
El fruto del Espíritu es lo opuesto al fruto de la carne. Gálatas 5:19-21 dice que el fruto de la carne es: impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odio, disensión, celos, ira, egoísmo, disensiones, facciones, envidia, borrachera, y cosas semejantes.
El creyente debe luchar contra el fruto de la carne porque es pecado y destruye la vida. Con la ayuda del Espíritu Santo, podemos vencer el pecado y dar buenos frutos para la vida eterna (Gálatas 5:24-25).